21.6.11

La lectora II

Ya que él ni siquiera sabía que existía su lectora, esa que lo admiraba y casi lo idolatraba, ella decidió que debía hacer algo para cambiar esta situación. "Tomar la iniciativa", le había dicho su analista. No estaba muy segura, pero comenzó a diseñar estrategias que no fueran invasivas: llamarlo por teléfono y cortar indiscriminadamente le pareció que lindaba con lo psicópata. "Encontrarse por casualidad a la salida del trabajo" lo desestimó por elemental: las heroínas de su escritor eran osadas y creativas a la hora de la seducción, así que siguió pensando.
Pensaba, pero no podía demorarse: el tiempo era fundamental. Cada día que ella dilataba sus decisiones, más lejos estaba de alcanzarlo. Sabía que mientra ella se mantenía en el anonimato, él estaba cada vez más cerca de otra, de otras, que tenían nombres que sonaban con fuerza, a los gritos y jadeos.

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