Sarmiento decía que tenía dos
bibliotecas: una constituida por libros de su propiedad y otra por libros
ajenos.
Aunque desconozco si la anécdota
es verdadera o si se la adscribo a la persona correcta (bien podría ser de
Borges), es cierto que describe un mal de los bibliófilos: ¿quién no le ha
perdido el rastro a más de un libro? Y la contrapartida: todas esas personas
que se vanaglorian de ser honestas, ¿dirían que fueron víctimas de un ataque de
cleptomanía al reconocer en la propia biblioteca libros que no son de su
propiedad?
Comprendo que el amor por los
libros puede ser tan grande que uno arriesgaría perder un ejemplar querido con
tal de que otra persona descubriera la maravilla que halló. Qué importa, si
total sabe que se apropiará de la maravilla de otro.
Y es aquí donde reside, a mi
juicio, la razón principal para no devolver un libro: es una forma de atarte a
otra persona. Una persona que presta un libro es alguien de absoluta confianza
y que, al mismo tiempo, confía plenamente en quien recibe el préstamo. Una
persona con la que conviene trabar amistad por siempre. ¿Y qué mejor manera de
ligarse a una persona si no es a través de un objeto querido?
Devolver el libro es la oportunidad de reencontrarse y poder hablar acerca de eso que los une: la pasión por la lectura.
Devolver el libro es la oportunidad de reencontrarse y poder hablar acerca de eso que los une: la pasión por la lectura.
2 comentarios:
Extrañaba el regreso de tus letras.
Te había dicho en estos días que iba a comentar especialmente este último post.
Que lisa y llanamente me parece genial. Así de contundente.
Me encantan esas historias que a través de relatos cortitos van diciendo mucho.
Coincido con lo que decís acerca de los libros. Agrego más: lo extiendo a otras cosas de valor que nos permiten mantenernos vinculados con nuestras personas más queridas.
Alguna vez, en otra primavera, me mantuve vinculado con alguien a través de una planta.
Que me regalaron.
Y que presté para que me la cuidaran.
Esa planta se la dejé a una persona muy especial.
De ésas con las que necesitaba mantenerme vinculado.
Tiempo después la recuperé.
La excusa fue una charla en una confitería.
Y pasé un lindo momento.
Esa forma de valorar las cosas es lo que me permite descubrir la magia de la vida.
Y sentirme contento como hoy lo estoy.
Te mando un abrazo.
cuando sea dictador del mundo, o cuando escriba un libro de ciencia ficción, en ese universo futuro, van a ser condenados los que no devuelvan libros
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