5.6.10

Nadie se baña dos veces en un mismo río

Tres versiones sobre el cuento popular "El río"

1. El río I

Allá en el norte, lejos, donde el verano es brillante y las noches en invierno duran meses, vivía el viejo Evar, quien cazaba focas y morsas para alimentar a su familia.
Un día, mientras Evar pescaba en el río, su canoa se dio vuelta y cayó al agua. Llegó a las profundidades y, luego de haber tocado fondo, comenzó a buscar la superficie. Pero cuando alcanzó a salir, se dio cuenta de que no estaba en su aldea sino en un lugar desconocido.
Evar caminó durante horas y, cuando llegó la noche, se recostó en un árbol a la ribera del río. Mientras dormía, un ruido fuerte lo despertó.
A la mañana siguiente descubrió que un pedazo de ribera había desaparecido.
Esa noche volvió a dormir recostado en el mismo árbol y, nuevamente, lo despertó el mismo ruido fuerte. Evar sabía que cuando amaneciera, otro pedazo de ribera habría desaparecido.
Sucedió lo mismo durante nueve noches. A la décima noche, el río se llevó al árbol y a Evar.
Una vez más, Evar trató de salir a la superficie desde las profundidades del río.
En la superficie, Evar abrió los ojos, pero ya no estaba en un lugar desconocido sino que había renacido en la calidez de su aldea.

2.
Y cuando abrió los ojos, Evar ya no era Evar.

3. El río

Evar se mudó en agosto a un departamento en el centro de La Plata. Vivía solo en el 9º A y todas las mañanas salía a recorrer 40 kms en bicicleta como parte de su rutina de entrenamiento. Evar se levantaba, tomaba un desayuno energético y bajaba los nueve pisos por escalera.
Una noche, mientras dormía, escuchó un ruido estremecedor que provenía del departamento de arriba.
A la mañana siguiente, después de desayunar, bajó los nueve pisos y se encontró con el encargado del edificio.
- Desapareció el piso 10. Te van a pasar al 8 para reubicar a los del décimo.
- Ah, bien. Bueno, cuando termine el circuito en bici muevo las cosas.

Esa misma noche, Evar volvió a sentir el mismo ruido estremecedor, pero ya no lo estremeció tanto y siguió durmiendo. Al otro día, cuando el encargado del edificio vio a Evar, le comentó:
- Che, sabés que desapareció el piso 9 anoche. Vas a tener que reubicarte.
- Bueno, pero ¿puede ser a la tarde? Ahora tengo que hacer unos trámites.
- Sí, no hay problema.

Y así pasaron otras noches, pero a la décima Evar no durmió: le preocupaba no tener ya un lugar al cual mudarse.

2 comentarios:

el_bru dijo...

descollante! descollante!

Aladas Palabras dijo...

Jajajaja
ya lo dijiste tantas veces que voy a terminar por creerlo