Mi planeta es el planeta Tierra. Muchos dicen que debería llamarse "planeta Agua", porque hay más agua que tierra. A mí me gusta el agua, sobre todo en verano, cuando voy con mis papás a la playa. Siempre vamos a San Clemente. Lo que no me gusta de San Clemente es que haya peces muertos flotando en el mar. Mi mamá dice que es porque la gente es mugrienta. A mí me gustan los peces, no los peces muertos. Tengo un pescadito naranja que se llama Salomón. Le puse así porque mi amigo Salomón tiene el pelo del mismo color.
En la tele dijeron que el planeta va a desaparecer en el 2012. Eso es porque somos mugrientos y no cuidamos a nuestro planeta, que es como nuestra casa. Si nosotros no rompemos los muebles de nuestra casa, ¿por qué talamos los árboles? Cuando se termine el mundo todos se van a arrepentir de haber sido mugrientos porque, por la culpa de todos, los peces se mueren y flotan en la playa.
Mi abuela me dijo que, cuando se acabe el mundo, Diosito nos va a llevar a un lugar muy lindo y que no me preocupe por lo que escuché en la tele. Yo no quiero ir a un lugar muy lindo. Yo prefiero jugar a las bolitas con Salomón.
23.6.10
9.6.10
Libro LXXV
Uno
SE HIZO LA LUZ y se separó de las tinieblas. El agua se separó de la tierra y en ella germinaron el amor y la amistad.
Dos
EN EL PRINCIPIO fue la palabra.
El hombre tomó la palabra y con ella dio nombre al universo. Y con la palabra cada criatura le habló a las otras y así comenzaron todos a participar en nuevas actividades. La palabra dio a las personas la posibilidad de la lectura y, con ella, de una carrera y un trabajo. El varón ganaría el pan con el sudor de su frente y la mujer daría a luz con dolores supremos. Ya no habría refugio: la palabra lo había cambiado todo.
Tres
EL HOMBRE creó el reloj y todo fue espanto. Luego creó la rotura y la oquedad y el llanto fue cosa de todos los días. El hombre jamás volvió a ser lo que había sido.
8.6.10
Y el sol sale por ahí nomás...
Leyendo Vallejo encuentro "ortivos nautilos, aunes que gatean". Y de pronto, la revelación: ortivos viene de orto
orto.
(Del lat. ortus).
1. m. Salida o aparición del Sol o de otro astro por el horizonte.
Gracias RAE de nuevo
orto.
(Del lat. ortus).
1. m. Salida o aparición del Sol o de otro astro por el horizonte.
Gracias RAE de nuevo
5.6.10
Nadie se baña dos veces en un mismo río
Tres versiones sobre el cuento popular "El río"
1. El río I
Allá en el norte, lejos, donde el verano es brillante y las noches en invierno duran meses, vivía el viejo Evar, quien cazaba focas y morsas para alimentar a su familia.
Un día, mientras Evar pescaba en el río, su canoa se dio vuelta y cayó al agua. Llegó a las profundidades y, luego de haber tocado fondo, comenzó a buscar la superficie. Pero cuando alcanzó a salir, se dio cuenta de que no estaba en su aldea sino en un lugar desconocido.
Evar caminó durante horas y, cuando llegó la noche, se recostó en un árbol a la ribera del río. Mientras dormía, un ruido fuerte lo despertó.
A la mañana siguiente descubrió que un pedazo de ribera había desaparecido.
Esa noche volvió a dormir recostado en el mismo árbol y, nuevamente, lo despertó el mismo ruido fuerte. Evar sabía que cuando amaneciera, otro pedazo de ribera habría desaparecido.
Sucedió lo mismo durante nueve noches. A la décima noche, el río se llevó al árbol y a Evar.
Una vez más, Evar trató de salir a la superficie desde las profundidades del río.
En la superficie, Evar abrió los ojos, pero ya no estaba en un lugar desconocido sino que había renacido en la calidez de su aldea.
2.
Y cuando abrió los ojos, Evar ya no era Evar.
3. El río
Evar se mudó en agosto a un departamento en el centro de La Plata. Vivía solo en el 9º A y todas las mañanas salía a recorrer 40 kms en bicicleta como parte de su rutina de entrenamiento. Evar se levantaba, tomaba un desayuno energético y bajaba los nueve pisos por escalera.
Una noche, mientras dormía, escuchó un ruido estremecedor que provenía del departamento de arriba.
A la mañana siguiente, después de desayunar, bajó los nueve pisos y se encontró con el encargado del edificio.
- Desapareció el piso 10. Te van a pasar al 8 para reubicar a los del décimo.
- Ah, bien. Bueno, cuando termine el circuito en bici muevo las cosas.
Esa misma noche, Evar volvió a sentir el mismo ruido estremecedor, pero ya no lo estremeció tanto y siguió durmiendo. Al otro día, cuando el encargado del edificio vio a Evar, le comentó:
- Che, sabés que desapareció el piso 9 anoche. Vas a tener que reubicarte.
- Bueno, pero ¿puede ser a la tarde? Ahora tengo que hacer unos trámites.
- Sí, no hay problema.
Y así pasaron otras noches, pero a la décima Evar no durmió: le preocupaba no tener ya un lugar al cual mudarse.
1. El río I
Allá en el norte, lejos, donde el verano es brillante y las noches en invierno duran meses, vivía el viejo Evar, quien cazaba focas y morsas para alimentar a su familia.
Un día, mientras Evar pescaba en el río, su canoa se dio vuelta y cayó al agua. Llegó a las profundidades y, luego de haber tocado fondo, comenzó a buscar la superficie. Pero cuando alcanzó a salir, se dio cuenta de que no estaba en su aldea sino en un lugar desconocido.
Evar caminó durante horas y, cuando llegó la noche, se recostó en un árbol a la ribera del río. Mientras dormía, un ruido fuerte lo despertó.
A la mañana siguiente descubrió que un pedazo de ribera había desaparecido.
Esa noche volvió a dormir recostado en el mismo árbol y, nuevamente, lo despertó el mismo ruido fuerte. Evar sabía que cuando amaneciera, otro pedazo de ribera habría desaparecido.
Sucedió lo mismo durante nueve noches. A la décima noche, el río se llevó al árbol y a Evar.
Una vez más, Evar trató de salir a la superficie desde las profundidades del río.
En la superficie, Evar abrió los ojos, pero ya no estaba en un lugar desconocido sino que había renacido en la calidez de su aldea.
2.
Y cuando abrió los ojos, Evar ya no era Evar.
3. El río
Evar se mudó en agosto a un departamento en el centro de La Plata. Vivía solo en el 9º A y todas las mañanas salía a recorrer 40 kms en bicicleta como parte de su rutina de entrenamiento. Evar se levantaba, tomaba un desayuno energético y bajaba los nueve pisos por escalera.
Una noche, mientras dormía, escuchó un ruido estremecedor que provenía del departamento de arriba.
A la mañana siguiente, después de desayunar, bajó los nueve pisos y se encontró con el encargado del edificio.
- Desapareció el piso 10. Te van a pasar al 8 para reubicar a los del décimo.
- Ah, bien. Bueno, cuando termine el circuito en bici muevo las cosas.
Esa misma noche, Evar volvió a sentir el mismo ruido estremecedor, pero ya no lo estremeció tanto y siguió durmiendo. Al otro día, cuando el encargado del edificio vio a Evar, le comentó:
- Che, sabés que desapareció el piso 9 anoche. Vas a tener que reubicarte.
- Bueno, pero ¿puede ser a la tarde? Ahora tengo que hacer unos trámites.
- Sí, no hay problema.
Y así pasaron otras noches, pero a la décima Evar no durmió: le preocupaba no tener ya un lugar al cual mudarse.
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